sábado, 15 de agosto de 2009

3 days of peace & music


El 15 de agosto de 1969 tenía lugar un cambio de orden...en todos los órdenes, valga la. 40 años con el crecimiento y caída del jipismo. Con envidia justificada volvemos al pasado para mirar a nuestros padres ("padres" en sentido figurado, obviuously, mis padres atravesaron los pirineos dos veces en su vida y por extrema necesidad)soltarse la melena y daríamos un dedo del pie e incluso de la mano por haber podido estar esos días en la granja esa en plena orgía de peace, love, psicotropismo and music.

El despliegue de la contracultura que mostraron en los sesenta fue sabiamente canalizado por la cultura empresarial para ofrecer la misma fórmula pero esta vez patrocinada por cocacola o heineken (ejem).


Pero ese no fue el origen, por supuesto. La mayor parte de los músicos que actuaron y que no actuaron en Woodstock reconocen haberse inspirado en Kerouac y sus compadres de la generación beat. Bob Dylan, Tom Waits....todos decidieron ser originales y llenar el maletero de su Cadillac con bourbon y marihuana y ala, Pasadena parriba y pabajo en busca de inspiración, de aventuras, de crudez, de huída, de sexo y de labrarse un aliento a gasolina (esta expresión la leí una vez, me enamoré y la adopto como mía propia) que en el caso de Waits tiene especial poder inflamable.


En el camino
. Un día tengo que buscar quién fue el poeta iluminado que tradujo On the road por primera vez al español. Camino le sonaría místico. Existencial. Una metáfora como las de Jorge Manrique o algo. En Latinoamérica lo han traducido como En la carretera, que es lo que es: coches, rancio y grave aliento a gasolina, maleteros, moteles de luces de neón, más gasolineras. Los coches grandes americanos que les volvían locos en los que se podía vivir el carpe diem con espacio para estirar las piernas y toque de clase. No me pongo aquí a analizar el enorme valor literario, artístico y cultural de esta obra, ni sus pros y contras.

Pero tampoco nació aquí. La bohemien y la contracultura nace en realidad al mismo tiempo que la cultura...más tarde la contracultura se vuelve a convertir en la cultura de referencia que a su vez provocará nuevos ataques y así sucesivamente. Jipis eran rimbaud y verlaine, y baudelaire y...todos carne de mochilero en un futuro, pero de aquellas el autostop se hacía a coches de caballos.

Por supuesto siento envidia del espíritu Woodstock, cuando altas dosis de inocencia (ingenuidad) les llevaba a vivir sentimientos y sensaciones en estado puro: amistad, amor, relación con la naturaleza, con la muerte, con el tiempo, exploración de los confines de la conciencia... no como nosotros, hijos vacíos y malcriados con un único termómetro vital: el dinero. y con el dinero compramos todo lo demás, hasta el progresismo más radical. Somos cínicos, egoístas y, sobre todo, muy pero que muy egocéntricos.

Sin embargo, ¿qué fue de aquellos padres jipis sesenteros? el autobús de ken kesey se ha transformado en un vuelo de ryanair a cualquier capital europea y Tom Wolfe, terminado el ponche de ácido lisérgico, vota a bush y se ríe de las masas de jóvenes antiglobal contrarias a su política de guerras por petróleo.

Por eso y como dicen en otro blog que he encontrado por ahí (voy poco a poco con esto del blogalismo http://enteogenesis.blogspot.com/2006/11/miedo-y-asco-en-las-vegas-hunter.html) mi favorito sin duda es Fear and loathing in las vegas de Hunter S. Thompson...copio el principio de ese texto porque me ha encantado:

"Después de los Beatnicks vinieron los hippies, que viviendo en la trinidad lisérgica del rock, las drogas y el sexo, vieron en el LSD la posibilidad de comprar, en palabras de Thompson, Paz y Entendimiento a tres dólares la dosis.
Miedo y asco en las Vegas, la novela en que se basa la película de Terry Gilliam, es el relato de viaje menos místico y más drogo que he leído jamás. Aún más excesivo que la película, esta novela le pone punto final a una generación fundada por los beatnicks que perdió el norte a fuerza de conseguir respuestas espirituales a través de las drogas. Lisiados permanentes, buscadores fallidos, que nunca comprendieron la vieja falacia mística básica de la cultura del ácido: el desesperado supuesto de que alguien se ocupa de sostener esa Luz allá al final del túnel."

En fin, recuerdo el momento en el que el abogado quiere que Thompson le tire la radio en la bañera mientras él se da un baño y después de una crisis de lo más cómico y de lo menos trágico que se haya narrado en relación a una voluntad suicida, Thompson lo deja encerrado en el baño, bloquea la puerta con un mueble y dice "es otro refugiado de la generación del amor".