sábado, 30 de enero de 2010

Los niveles de importancia 1.

Esta vez me toca a mi. Vengo simplemente a presentarme.


Hoy, sábado, día casi de religioso descanso, me he levantado temprano, y me he pasado la mañana entera de sábado a descifrar si un expediente que fotocografié en una oscura, fria y húmeda biblioteca hace un año tiene por fecha 1900 o 1901, si pone Marzo o pone Mayo o si va dirigido al señor Yebra, Hiena o Regla... (aunque no sepa quién era ninguno de los tres) mientras que intento desesperadamente retener, pasar, transcribir toda la información por si en el momento de la redacción va a ser importante.



Y este es el punto en el que me quiero parar.



Exactamente me gustaría saber qué es la Importancia. La importancia para el vulgo general está en la sanidad, en que cuando vayan al médico porque les duele la cabeza les curen lo antes posible y, sobre todo, que les diagnostiquen migraña o catarro y no hepatitis. Ahora en tiempos de crisis la importancia está en encontrar trabajo o mejorar la precariedad en caso de ser uno de los pocos afortunados que lo tienen (en mi caso, yo iría más a la sangrante ausencia de trabajo para una juventud más que cualificada) y en un tercer orden de importancia (en esta ficticia lista que cualquier persona ordenaría por números ascendentes o descendentes) iría un solidario "que la salud acompañe a la familia" o en caso de las celebrities "la paz mundial" (supongo que a ellos se les bendijo con salud para todos los suyos porque nunca desean tan "egoísta" petición).



Cuando dejamos de ser vulgo general la importancia se convierte en una serie de intereses mucho más egocéntricos. Depende de edades y razón social. En la infancia los niños encuentran muy importantes sus regalos de celebraciones variadas o como mucho que su profesora de la EGB comience a pedir lección de los ríos y/o cabos de España por orden inverso a la lista (ella es la número 1 por orden alfabético, está claro que este es un recuerdo de mi propia infancia). Una vez que entras en la adolescencia las peticiones se convierten en un que Pepito me mire al pasar por el pasillo o más bien que no se fije en Alejandra. Según las aspiraciones personales del adolescente en cuestión (llamado también nivel de madurez para los adultos) tambien podríamos encontrar que le parecen importantes las notas y/o valoraciones de los profesores. Aunque lo que realmente les afecta son las valoraciones y/o apreciaciones de sus compañeros (este interés comienza desde la niñez y se mantiene a lo largo de la vida, aunque misteriosamente hay gente que se empeña en mostrar que no es real, pero en esta época, yankimente hablando, se ve reflejado en escalas de popularidad y concursos tipo La reina del baile). Una vez llegada a la Universidad (o ciclo superior equivalente), teniendo un poco de suerte, tus importancias gravitarán sobre unos cuantos centros (en principio se conservan los de la fase anterior pero se aumentan y/o intensifican en número) a saber: el sexo (en todas sus variantes, y este centro también se puede mantener toda la vida con variables grados de obsesión) la carrera (ya sea por asegurarse un futuro manteniendo un cierto expediente o, si eres muy afortunado, acertaste a la hora de escoger "tu futuro" y verdaderamente sientes un interés fascinante y romántico por lo que estudias. Yo, como soy de letras, no me creo que un estudiante de ADE pueda sentir esta fascinación y me inclino a pensar que somos más los estudiantes del "inútil" universo de las Humanidades los que sentimos esta pasión tan placentera) probablemente también se tenga una cierta predisposición para diferentes manifestaciones culturales (creo que ya me he ido hacia el estudiante de Humanidades y me cuesta salir) y que incluso reivindique a otros estamentos de la sociedad su derecho a consumir más cultura de la ofrecida, intereses sociales, intereses juerguiles (sea o no relacionado con el sexo, primer interés) y un generalizado interés hacia lo nuevo y desconocido (ya sean drogas, lecturas, posturas sexuales o ecuaciones matemáticas). En las postrimerías de esta etapa aparece, sin casi ninguna excepción, la obsesión por el futuro alzándose en la cúspide de la pirámide de importancias de la vida. Importancia que no había aparecido hasta este momento. Esta obsesión nos lleva a algunos a estudiar otra carrera (alargando así el estado de descargar en múltiples focos nuestras obsesiones), a la continuación de los estudios, a la depresión, al famoso gap year o a la búsqueda desesperada de trabajo (nowadays esta desesperación está adquiriendo tintes dramáticos y se relaciona directamente con el interés de continuar los estudios y con la ecuación matemática de: si no estudias más, ni estás trabajando ahora ni mejoras tu fucking "curriculum vitae" por lo que el día de mañana tampoco encontrarás fucking curro).



Pero en algún instante, no sé exactamente cuál, igual es en el momento en el que encuentras trabajo más o menos estable, la gente se convierte en padres/madres de familia y todos estos intereses parece que se resquebrajan en mil pedazos. Los niveles de importancia, que hasta este momento fueron progresivamente modificándose, se destruyen y aparecen otros nuevos que no tenían nada que ver con los anteriores: los hijos.



En este punto, para esta gente (es decir, la sociedad que me rodea) mis niveles de importancia les parecen absurdos y sobre todo, totalmente desimportantes, y lo único que encuentro a mi alrededor es esa incomprensión adolescente. Porque a nadie le importaría que haya encontrado un cuarteto cíclico al estilo de César Franck o que en la obra para piano no existan intenciones nacionalistas y esto hace que yo esté siendo bombardeada, a todas horas, por un hay que darle importancia a las cosas que importan por parte de la gente que me rodea que está conseguiendo que se me olvide cuál era mi lista de niveles de importancia.

miércoles, 13 de enero de 2010

silence



If you have to silence me
Do it now, do it now
While I can still say no
And you have nothing
With which to bribe me

I don't want to wait
Do it now, do it now
While I can still feel
All the horror, weighing heavy

It doesn't hurt me none
To keep my mouth, firmly closed
You are the ones who made
These words, from the silence

I don't want to wait
'Till time, rusts the weapons
I don't want this fear
To have more time, with which to beat me

If ya have to silence me
Do it now, do it now
While I still have the hands
To trade this guitar, for another

It doesn't anger me
To keep my mouth, firmly closed
You are the ones who made
These words, from the silence

It doesn't anger me
To keep my mouth, firmly closed
You are the ones who made
These words, from the silence

If you have to silence me
Do it now, do it now





Lo haces una y otra vez. En cuanto me descuido y te presto atención ya estás hablando de ti. Parece que vas a decir algo interesante aunque no original, ya no hay nada nuevo bajo el sol, pero sí algo que no sea tu persona, tu familia, tus amigos, tus vacaciones, tu trabajo, tu mala suerte, tus virtudes, tu capacidad, tu espíritu emprendedor, tu generosidad, tu falta de malicia, o tu exceso de celo, prudencia, paciencia o tu falta de sentido común, en fin tu superioridad en todo lo positivo y negativo que hay en este mundo...pero detrás de cualquier cosa estás tú. Parece que no seas capaz de empezar una frase sin el consabido "yo también" y que una predisposición genética te haga buscar un reflejo en tu persona de cualquier anécdota ajena. De hecho, ya has dejado de escuchar a tu interlocutor para adentrarte en tus recuerdos a la caza de una visión de tu vida semejante a la que te están contando pero mucho más colorida, excitante, peligrosa y dramática. Cuando no me interrumpes para contar tú lo que crees que te voy a contar yo. Te arrancaría la lengua de la boca, la exprimiría hasta ver salir tu TÚ ("YO", para ti) si no supiera que es inútil. Ahí volverá a estar el TÚ (o el YO) en el aquí, ahí y allí, en todos los deícticos, los puntos de referencia (de referencia para mí y para ti), en todas las palabras del lenguaje, en tu cuenta, en tu dirección, tu email que recibo, mi email que recibes, el yo locutor del telediario y el yo que te veo, todo lo tuyo y todo es tuyo. Decido no hablarte nunca más pero tú jamás podrás desaparecer de mí vida, de mi lenguaje, de mis momentos de trabajo ni de ocio, y mucho menos de mi vida social. Siempre tú y yo..yo y tú. Allá a donde vaya: yo yo yo yo. Me parece que al final, la vida, se reduce al tú y yo.


viernes, 8 de enero de 2010

La vanguardia frente al espejo

Cada vez que alguien muere hay una especie de frenetismo generalizado por recuperar vida y obra (y características importantes), y creo que yo nunca he dicho que fuese una persona original....


Tomo por cierto el título del libro Heredero: Iván Zulueta: la vanguardia frente al espejo, que no he leído, pero de lo ínfimo infimísimo que he podido captar (de lo infimísimo que he podido ver y menos aún de lo que recuerdo) para mí el aspecto más obsesivo y recurrente de zulueta es ese mismo, la dualidad, el reflejo, el par de dos, el alterego, el ego personal y el ego artista, artístico y ego como arte misma: la persona como perspectiva, punto de partida, objeto artístico y punto de llegada. Y a mí, (que no tengo ni puta idea, que no me voy a meter a analizar universos pop ni el surrealismo de buñuel en su obra), me fascina: cómo la obra de arte devora al artista, la creación provoca una crisis existencial y casi física a los creadores que se ven ensombrecidos hasta prácticamente desaparecer: como en el Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde o la cámara de vídeo de Arrebato. Creo que no hay mejor metáfora para esa ruptura interior que se produce en el creador que se muestra indefenso en su obra....o yo qué sé.

Dejamos Arrebato, retomo aquí el corto Leo es pardo, que he visto entre ayer y hoy como 15 veces, se repite también la escena del espejo: la chica aparece y desaparece en su reflejo y, para que quede bien claro se oyen ruidos de disparos, ametralladoras y bombas y después la sirena de la ambulancia: se mata a sí misma una y otra vez (me estoy inventando todo esto, claro).

Eccolo.




Algún filósofo por ahí decía que la dualidad es la mejor forma de representar de forma concreta la perfección. De hecho en los sistemas estructurales (lingüísticos, por ejemplo), la dicotomía es lo perfecto, lo discreto, los continuums, las gradaciones son lo imperfecto. Este corto es completa y perfectamente dual. Es tan perfecto que no puedo parar de verlo para detectar una imperfección..pero no: todo tiene dos caras, desde la protagonista, las camas, la habitación, las ventanas, los espejos, destapona el lavabo y produce el efecto de tirar de la cisterna, los trinos de los pajarillos que se transforman en graznidos de cuervos carroñeros justo cuando se superponen pies, manos y puño, la piel de leopardo primero fuera de la chica (vestida de blanco) y luego la chica vestida de leopardo, y el tiempo y la narración de la historia: empieza y termina en el mismo punto, va hacia adelante y después hacia atrás para reducir el tiempo a un punto. Empieza con ella misma yéndose. la personalidad de la que se queda es insegura (sigo inventando todo), camina calcetando cuando va al baño (metiendo los pies hacia dentro al caminar, yo lo sé bien porque llevo toda la vida haciéndolo). Casi desaparece. Ella dentro de la habitación y ella fuera en el jardín. Se oyen ruidos y llamadas desde el mundo exterior hasta que vuelve su alter ego. La piel de leopardo que rodeaba a la "leo insegura" es el vestido de la "leo parda" y le devuelve el melocotón (la piel de melocotón como la piel de las pieles....me falta precisión para explicarlo, lo siento, pero creo que hay que verlo) mientras la otra leo desaparece del todo. Desdoblamientos de personalidad, bipolaridad, comportamiento agresivo e inocente...



En algún blog por ahí que ahora ya no encuentro leí que poco se podía decir de este corto... han debido de ver otra cosa.