viernes, 29 de octubre de 2010

Cómo matar hormigas en Roma...



http://www4.loscuentos.net/cuentos/other/1/3/15/ "Instrucciones para matar hormigas en Roma"


Las hormigas se comerán Roma...


... ya lo escribió Julio Cortázar en ese manual de instrucciones que son los cronopios y las famas que todos los profesores de ELE (ejpañol for guiris) hemos usado alguna vez como ejemplo de uso del imperativo, de la formación de palabras o para buscar verbos en forma no personal (prostitutos del lenguaje). Pero es que además en ese título se condensan mi pasado, mi presente y mi futuro y me recuerdan las responsabilidades y compromisos que he ido adquiriendo con el mundo:


Vayamos por partes.


1. El misterio de las fuentes en Roma... jamás entenderé cómo es posible que en esta ciudad haya tantas fuentes, todas ellas dotadas de agua potable que fluye en chorros generosos e imperturbables las 24 horas del día los 365 días del año... Desde mi llegada a la ciudad este correr de aguas me tiene perpleja y un poco acongojada: la imagen del agua límpida que sale a borbotones y se pierde entre las tuberías de la época de Tito Livio me provoca una sensación de gran traición ante lo divino y lo terreno y mucha angustia, la misma que induce un avión que despega vacío o toda la comida de un banquete que va a parar a una planta de incineración o la que siento cuando pienso en que no tengo un plan de jubilación. Lo considero uno de los mayores actos de soberbia que se le puedan ocurrir al ser humano: podría evitarse, es más, no creo que nadie gane nada dilapidando constantemente tantos litros de agua potable pero las pequeñas demostraciones de grandeza han de hacerse así y no de otra manera: un hecho importante, grande y útil se convierte en agua de borrajas (tipo de agua que, por cierto, tendría más sentido malgastar) si lo comparamos con la declaración de arrogancia que firman cada día las numerosas fuentes de Roma (junto con el monumento de piazza venezia, claro). Con lo fácil que sería poder cerrar el grifo después de haber bebido...


2. Matar hormigas. La primera palabra que pronuncié en mi vida fue "burusos" para aludir, efectivamente, a las HORMIGAS (el oído siempre fue lo mío). Cuando tenía apenas dos años ya buscaba hormigas por Bueu arrastrando mi pañal. Al principio las mataba torpemente: aplastándolas con el dedo índice de la mano que no estuviera tocando mi oreja. Con el tiempo, fui perfeccionando las torturas y he de confesar (creo que hasta ahora jamás lo había hecho) que he cometido atrocidades con las hormigas que harían enrojecer al más desvergonzado. Todo esto para decir que no creo en la bondad innata del hombre. Está claro que la estructura social nos pervierte, pero nosotros somos los que la hemos pervertido antes. Por eso no pueden funcionar los sistemas políticos y sociales basados en una ética o moral justa, por eso no funciona la democracia, el sufragio universal, la separación de poderes. Por eso creo menos cada día en la derecha y en la izquierda. El ser humano no se mueve a no ser que vea afectado de forma directa la integridad de su statu quo y es entonces cuando, en su desesperación, se acuerda de los cimientos ideológicos que le van a permitir defender su postura. Por eso las revoluciones, a pesar de sus buenos propósitos iniciales, han acabado todas en corrupción, avaricia, acumulación de poder y riquezas. Tenemos esa idea romántica de que los niños son puros e inocentes y que es al crecer, cuando empiezan a adquirir el lenguaje y el conocimiento de la realidad (conceptos como "mío", que por cierto, es de las primera palabras que aprenden los niños), cuando se pasan al "lado oscuro de la fuerza"... aunque suene muy negativo y aunque quizás mañana cambie de idea, sinceramente creo que nuestros primeros impulsos consisten en matar hormigas y en decir "es mío" y comernos toda la comida que hay en la mesa sin compartirla con nuestros hermanos, y es en cambio al crecer que adquirimos la capacidad de sentir vergüenza y dejamos de hacerlo (o de contarlo), y para eso se inventaron las religiones, para tratar de disuadir a los hombres adultos de ciertas costumbres perniciosas ofreciendo como aliciente algo tan apetecible como la gloria eterna. No obstante, parece que las costumbres perniciosas son más inherentes al hombre de lo que incluso Dios pueda controlar y se escapan coletazos de atrocidades mucho peores que las mías con las hormigas.


3. …Las hormigas se comerán Roma….

Debe de ser por mi hiperdesarrollado sentimiento de herencia católica de culpabilidad pero ahora mismo creo que las hormigas son unos seres vivos admirables: su constancia, su organización, su distribución del trabajo, su vida en comunidad, su lucha contra la adversidad y su capacidad de adaptación.... Y así la que fue la ciudad más importante del mundo, con sus ostentosas fuentes y enormes monumentos será destruida por una plaga de hormigas que ha tomado sus fuentes y cañerías derrochadoras de agua potable que han invadido mi casa y mi espacio, que desde abajo, desde la tierra, devorarán la majestuosidad y el derroche de los monumentos, las basílicas y los turistas. Se vengarán de todos. pero sobre todo de mí, y bien merecido lo tengo como culpable de una cadena de cruentos asesinatos con premeditación y alevosía desde antes de tener la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, ni de tener derecho al voto ni de saber que acabaría en la misma ciudad que ellas están a punto de devorar.