jueves, 22 de noviembre de 2012

Sobre la felicidad

La felicidad no la cuento, prefiero vivirla.

La felicidad no la cuento, ni la analizo, ni la recuerdo, ni la grabo: solo la vivo. Cuando pasa el momento de felicidad queda la sensación de haber sido feliz. Una sensación de placer que dura siempre poco y no se puede preservar. Si se preserva se corrompe, se bloquea, se enquista y no deja espacio a otro momento de felicidad. La felicidad hay que dejarla marchar, no podemos aferrarnos a ella: viene y después se va. Pero volverá. Disfrazada, transformada, evolucionada. Al principio no la reconoceremos, pero la sentiremos. No podremos sentirla si no hemos dejado marchar la felicidad anterior: si la hemos conservado por miedo a no volver a ser felices. Efectivamente no volveremos a serlo, no así. No se puede revivir esa felicidad, y empeñarse es solo la mejor garantía de no volver a tenerla. No intentes retratarla, hay que dejar que fluya y vivirla. Cuéntame tus penas, tu dolor, tu ansia, los diseccionaremos, los estropearemos, los relativizaremos y perderán esencia. Pero no me cuentes tu felicidad. Vívela.

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